
Entre carteles de ánimo caminan sus habitantes, acostumbrados a su vida alli, viviendo como si sus muros no les dieran sombra, paseando en cualquier dirección, con ningún sentido; es poco menos que una ciudad y mucho más que muchos pueblos a los que acostumbro a ir, 4.000 personas la habitan, algunos se conocen, otros no; pero ninguno habla más de lo que debe. Ven el cielo a través de cuadrículas, en la soledad de su mundo, el mundo que un día les llevó hasta allí y que ahora les fuerza a conocerse, a relacionarse.

Me he imaginado levantarme cada mañana, y ver por mi cuadrícula el cielo y que mi horizonte sea una pared coronada por espino, muchos dibujos harían falta para soportarlo, tantos que no sería capaz de dibujarlos. Pensar en ese lugar día a día...se me para el tiempo.
...a mi nunca me abandonó, nunca le importó si yo era culpable o no...