14 dic 2009

...los que vamos, vamos a soñar...


Al atravesar sus puertas, una extraña sensación recorrió mi espalda. Olía a historia; entre pasos empedrados nuestro camino avanzaba, entre cuestas se nos mostraba majestuosa la ciudad, a sus pies no parecíamos mas que insignificantes segundos frente a los años que arrugaban su torso; deberíamos habernos postrado frente a semejante demostración de poder...El poder de haber permanecido erguida durante más de dos mil años se transmitía a sus visitantes. Imperial tratan algunos de etiquetar un lugar inclasificable, lleno de cultura, de chascarrillos, un lugar mágico que te transporta a toda su historia en cada paso, cada rincón tiene una leyenda que contar, el aire que respiras te susurra las mil hisotrias que acontencieron en una ciudad habitada por romanos, visigodos, árabes, judíos y cristianos. Una diversidad de culturas que construyeron el encanto de una ciudad majestuosa.


Paseando por sus calles puedes oir la forja del mejor acero de una época, los rezos taifas y hasta los gritos de los apresados por la "Santa Inquisición". No se trata de ver monumentos ni callejear por sus barrios, se trata de adentrarse en otras épocas, dejar que los brazos judíos te enseñen las sinagogas o que las palabras musulmanas te susurren el arte de los damasquinados o la yesería. Disfrutar cada rincón de ese mundo que existe a orillas de Tajo, cuyas imponentes murallas protegen la grandiosidad de una ciudad.



...peñascosa pesadumbre, gloria de España y luz de sus ciudades...