Es curioso contemplar el paso del tiempo…toda una misma generación sentada a la mesa 10 años después de separarse. En 10 años han evolucionado sus cuerpos, sus vidas; unos casados, otros con hijos, otros solteros…pero todos compartieron su infancia, y años después cuando se vuelven a encontrar, son esos niños que se convirtieron en chavales, que batallaron en el patio de colegio, muchas “fochas”, muchas risas y muchos castigos, compartieron 15 años algunos, y otros tan sólo 1 o 2, pero en ellos se quedó la semilla de la amistad de la infancia, porque cada uno tiene su vida, sus amigos, su pareja, su mundo, cada uno ha seguido su propio camino; pero que un día comenzaron a andar juntos, y ese es su nexo de unión entre la juventud y la madurez. Ver que nadie ha cambiado, que todos son iguales que antes, igual de vacilones, igual de payasetes, igual de listos o de listillos y de tontos, alguno en su cuerpo de hombre sigue siendo el niño que se crió en aquella escuela. Hoy se han vuelto a juntar gracias a internet o quizá al destino, son solo 12 de los 24, pero ahí están, sonríen, recuerdan viejas batallas, otrora desagradables y que hoy les hacen partirse en carcajadas entre copas de vino. Recuerdan momentos que jamás volverán y que a buen seguro les han marcado, para toda la vida; pero hoy sólo hay sitio para las ganas de pasarlo bien y de volver a ser esos niños que un día fueron.
Hay que ver cómo pasa el tiempo, las mismas caras pero con las cicatrices de la vida.
Sólo cuéntame si sigues siendo igual que fuiste ayer.